Cobijo Camijanes

Tu espacio de fauna en su estado y hábitat natural

domingo, 18 de diciembre de 2011

Final del otoño en la Montaña Palentina

Durante estos últimos días que nos marcan el final de la estación, las escapadas a la montaña para los que no tenemos la fortuna de vivir en ella, son algo complicadas de planificar. La atmósfera está bastante inestable, como es obvio por estas épocas, y los días en que el tiempo parece estar más calmado existe una gran probabilidad de toparse con un manto denso de niebla. Todo esto siempre es bastante relativo y depende fundamentalmente de los intereses del fotógrafo o naturalista. Seguro que algunos de vosotros preferís fotografiar con niebla, ya que así se consigue un aspecto mucho más invernal y auténtico. Pero si lo que se quiere es hacer una buena espera, lo peor que te puede pasar, metereológicamente hablando, es encontrarse rodeado de una capa blanca que no te deja ver nada a escasos metros.
A continuación os mostramos una imagen que ilustra como la niebla se va metiendo por el valle mientras realizábamos una espera.


Niebla penetrando en un valle de la Montaña Palentina


A parte de los fenómenos climáticos, por estas fechas hay que tener en cuenta que si se quiere observar algo de vida o de movimiento de los habitantes del bosque será bastante más complicado, ya que son tiempos de cacerías y batidas. Estas actividades van a incidir en el comportamiento de los animales, haciéndolos mucho más esquivos.
Teniendo en cuenta las situaciones anteriores y para matar el gusanillo de la Cantábrica, decidimos pasar el día por la Montaña Palentina y sus alrededores. En condiciones normales, hubiésemos ido un par de días como mínimo, para aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece este lugar. Es uno de los mejores sitios de la Cordillera Cantábrica para la observación de ciervos, destacando sobretodo los enormes machos de hasta 11 puntas en una sola cuerna  (lógicamente la berrea allí es espectacular). Pero tal y como está el campo últimamante, variamos un poco nuestro plan para pasar la mañana con los graciosos y siempre inquietos mirlos acuáticos de la cabecera del río Pisuerga, e intentar disfrutar de los mamíferos en la montaña por la tarde.
A medida que iba saliendo el sol y se disipaba la niebla, los pequeños saltarines del río comenzaban a realizar sus tareas como alimentarse, acicalarse y bañarse. Os dejamos a continuación un pequeño vídeo con sus quehaceres diarios.


Mirlos acuáticos (Cinclus cinclus) en el alto Pisuerga


Desde las praderas fluviales aledañas, una hembra de cernícalo común espera la oportunidad de encontrar algún pequeño roedor para desayunar. Mientras vigila desde las ramas deshojadas, nos permite retratarla a placer.


Cernícalo común hembra (Falco tinnunculus)


Cernícalo común hembra (Falco tinnunculus)


Después de una mañana bastante productiva y entretenida, nos dirigimos al lugar donde teníamos pensado realizar la espera. La idea era observar el mayor número de mamíferos posibles, principalmente ciervos, y ver en que grado afectan las batidas de estos días a la vida en el bosque. Lógicamente, ese día, sabíamos de antemano que iba a ser complicado ver algo. Como hemos comentado anteriormente, en circunstancias normales la observación de venados en esta región es bastante abundante.
Hasta que la niebla lo permitió solo pudimos descubrir 3 ciervos (1 macho y 2 hembras) y un corzo. Todos los animales que encontramos estaban echados y bastante escondidos entre la vegetación de la zona, seguramente esperando pasar el chaparron de disparos y cazadores.


Hembra de ciervo (Cervus elaphus) entre brezos y escobas


Corzo (Capreolus capreolus) echado


Como era de prever, el balance fue muy pobre para lo que generalmente suelen ofrecer estas montañas, ni rastro de jabalíes, zorros, rebecos que con cierta frecuencia se dejan ver por la zona... Lo poco que pudimos observar se encontraba en los lugares mas escarpados e inaccesibles del lugar, debido al efecto negativo que tienen las batidas sobre el comportamiento y vida de los animales.
Pero el problema se agrava cuando los cazadores se adentran en zonas protegidas, restringidas al uso público para garantizar la seguridad de los taxones protegidos y en donde se desarrollan los planes de conservación para las especies en peligro de extinción, como es el caso del oso pardo cantábrico o el urogallo.
Si generalizamos y hacemos mención a toda la Cordillera Cantábrica, resulta que de vez en cuando y con el consentimiento de las administraciones, las batidas se desarrollan en plenos territorios oseros y del gran gallo. Lugares donde campan las pocas osas que hay con sus crías y los cada vez mas escasos urogallos intentan sobrevivir a todas las dificultades a las que se enfrenta.  Es vergonzoso que grupos de cazadores con más de 20 perros peinen toda una montaña, donde se sabe con certeza que en ese territorio hay animales protegidos y tanto los celadores como la administración digan que no causan ninguna molestia a las especies en cuestión. Sin embargo, si nosotros queremos dar un paseo o simplemente realizar una espera sentados entre unos piornos (seguramente molestando mucho menos que los cazadores) ya se encargará el forestal de echarnos de la zona y si le pillas con un mal día igual te cae una multa. Pero ya se sabe que la caza mueve cantidades indecentes de dinero y que el primer subordinado y beneficiario de este "deporte" es la administración.
Habrá gente que no esté de acuerdo, pero hay un hecho claro y es que se caza en zonas protegidas y sensibles a la alteración del hábitat. Si está prohibido transitar esos lugares, tiene que estarlo para todo el mundo.
Este echo lo hemos podido contemplar en varias ocasiones en diferentes puntos de la Cordillera Cantábrica. En un caso observamos como una osa adulta, con un comportamiento bastante intranquilo, escalaba apresuradamente las pendientes rocosas de una montaña, mientras que unos cazadores junto con un celador (sin percatarse de la situación) caminaban en sentido horizontal unos 200 metros más abajo.
Con todo esto, que cada uno saque sus propias conclusiones. Pero a nosotros nos parece una pena pasar de un septiembre-octubre envueltos en el encanto sonoro de la berrea a un noviembre-diciembre en los que solo se escuchan disparos de escopeta.
Para finalizar os dejamos una panorámica bastante típica de estos días en la Montaña Palentina.
Un saludo y gracias por visitar el blog.


Panorámica de la Montaña Palentina

lunes, 5 de diciembre de 2011

Naciendo entre castaños

Una actividad que solemos practicar cuando no tenemos mucho que hacer, es pasear o dar una vuelta. Simplemente, empezando a andar por andar, muchas veces acabamos pasando la tarde viviendo eventos que no esperábamos al poner el pie en la calle. Mucha gente estará pensando en ese día en que salió a dar una vuelta a la manzana y se encontró con un viejo amigo con el que acabó pasando una agradable tarde. Pero aquí nos referimos más a las andanzas sin rumbo y sin motivo por un medio natural; ya sea montaña, campo, riberas, costas...
Así, por ninguna razón, una tarde de domingo de noviembre nos pusimos las botas, agarramos un palo y comenzamos a patear un monte conocido. Como siempre, por el camino uno se va encontrando multitud de señales que nos retratan la vida del lugar aunque no podamos verlo: una huella pequeñita de plantígrado en el barro nos indica que durante la noche hubo un tejón buscando lombrices para saciar el hambre;


Huella de tejón (Meles meles)


Alguna que otra estampa, nos recuerda el otoño en nuestros montes.


Setas creciendo de una piña



Setas creciendo de una piña


Cuando uno quiere darse cuenta a recorrido varios kilómetros y empieza a descubrir nuevos parajes. De repente, como si de una frontera se tratara empiezan a aparecer multitud de castaños entre la vegetación hasta encontrarnos dentro de un verdadero castañal. Bajo sus ramas se han ido generando pequeños barrizales con charcos prácticamente permanentes durante los meses de más frío; ya que durante el otoño la caída de agua no cesa en los montes cántabros.


Viejo castaño (Castanea sativa)

Es precisamente ahí, donde las precipitaciones de lluvia se han ido acumulando y las hojas de los castaños dejan caer el agua que van almacenando, el lugar elegido de la rana bermeja para colocar la puesta. No tan ligadas a los cursos de ríos o lagos como pueden estarlo las ranas verdes, las bermejas pueden encontrarse bastante alejadas de núcleos de agua permanente. Juntándose exclusivamente para reproducirse, eligen el lugar que garantice la vida de sus descendientes. Este tipo de ambiente es el más solicitado por estas ranas pardas. Son aguas estancadas, por lo que la corriente no se llevará sus huevas; son temporales, por lo que hay ausencia de muchos posibles depredadores como peces, tritones... y las zancudas no se pasean por ellas.

Puesta de rana bermeja (Rana temporaria)

Tras producirse el amplexus, la hembra deposita los huevos en los remansos de agua que hemos descrito. Cuando nacen los renacuajos, pasarán su fase larvaria en pocos meses alimentándose de detritus, protozoos, algas e incluso otras puestas o larvas de menor tamaño. Tras sufrir la metamorfosis (en esta especie transcurre más rápido por el hecho de depender de un flujo de agua temporal), las ya ranitas abandonan su zona acuática y se adentran en los bosques y prados. Cuando alcanzan la madurez sexual vuelven al lugar de nacimiento u otro parecido y el ciclo vuelve a empezar.



Rana bermeja (Rana temporaria)



Rana con la puesta


Las ranas pardas que existentes en la península ibérica son todas bastante parecidas, confundibles a simple vista.
Una forma de diferenciarlas rápidamente es fijándose en el tímpano: mientras la bermeja y la ágil lo tienen de tamaño similar al del ojo, las ranas patilargas y pirenaicas tienen un tímpano de un tamaño claramente menor al del ojo. Eso si, todas deben tener la mancha oscura timpánica que las diferencia de las ranas verdes (que muchas veces son de tonos marrones). Otra característica exclusiva de las ranas bermejas frente a las otras cuatro, es un tamaño relativamente corto de las extremidades posteriores.



Detalle de la rana bermeja (Rana temporaria)


Es tiempo de castañas, y en el suelo, dentro de bolas de pinchos caídas de los árboles que nos recuerdan a pequeños erizos, está el fruto y la posterior semilla que dará paso a nuevos bosques donde futuras ranitas seguirán sacando adelante la especie. Armadas de esos tonos castaños de camuflaje y sus poderosas patas traseras para escapar, esperemos que este anfibio siga formando parte de nuestra preciada fauna durante mucho tiempo. Y es que, esta rana también es presa del ser humano. Es cogida para su degustación al igual que la rana verde, y hay lugares en los que aprovechan la zona y fechas de cria (cuando la concentracion anura es más elevada) para llevarse más de una asentada. Ni decir tiene, que las puestas quedan destrozadas, por lo que no solo trastornan la población actual del lugar, sino también la futura.
Cuando decidimos volver ya es de noche, y el camino de vuelta lo ameniza el cárabo con su ulular, las ranas verdes se oyen croar a lo lejos, en el río que surca el valle y algún que otro corzo suelta un ladrido. Siempre algún animal atrevido se cruza fugazmente, pero solo deja ver su sombra.
Esperamos que os guste la entrada, y que cuando veáis nuevamente un charco os pique la curiosidad de observar si contiene vida en su interior, un saludo a todos.

sábado, 19 de noviembre de 2011

La perdiz pardilla: el capricho de la naturaleza

Hace aproximadamente un año, con la Cordillera Cantábrica cubierta de blanco por la nieve, decidimos ir en busca de la siempre esquiva perdiz pardilla. La verdad es que se trata de una especie que suele ser bastante complicada de ver, sobretodo por su mimetismo y porque siempre están escondidas entre brezos y escobas.
Para ello, decidimos acercarnos a la comarca leonesa de Laciana y probar suerte, ya que como todos sabréis la observación de cualquier animal es mucho más fácil cuando hay nieve de por medio, tanto a la hora de visualizarlos, como a la hora de seguir sus rastros.


Hábitat nevado de la perdiz pardilla (Perdix perdix)


Teniendo en cuenta los datos anteriores y conociendo que las perdices pardillas se mueven por encima de los 1500 msnm, (donde normalmente los bosques dejan paso a otras especies vegetales más adaptadas a la altura, al frío y al viento como son los brezos, escobas o enebros rastreros), dejamos el coche en un pequeño pueblo de la comarca y comenzamos a subir monte arriba.
La idea era llegar a la cresta de una cadena montañosa e ir "cresteando", mientras buscábamos algún rastro que nos ofreciese alguna pista, entre las especies vegetales que se encontraban a sotavento . Después de varias horas de búsqueda, llegó la gran sorpresa cuando a escasos metros de nosotros salieron volando un par de pardillas, dejándonos su huella impresa en la nieve.


Rastro de perdiz pardilla (Perdix perdix) en la nieve


A lo largo de la tarde tuvimos algo más de fortuna al poder contemplar más ejemplares. Pero eran observaciones tan cortas y fugaces que no teníamos ni tiempo de enfocar a la perdiz ya que echaban a volar rápidamente sin que nos percatásemos prácticamente de su presencia. Sin ninguna foto hecha, pero habiendo disfrutado de lo lindo de una de las aves más amenazadas de esta cordillera, nos fuimos a casa con muy buen sabor de boca. Pero siempre nos iba a quedar esa espina clavada de no haber podido documentar las observaciones mediante imágenes.
Después de todo, si hay algo que hemos aprendido tras muchas jornadas en el campo es que en la naturaleza no hay reglas. A nuestro parecer, actúa de forma caprichosa y nos ofrece la oportunidad de observar multitud de cosas, pero no en el momento en que uno quiere, como es lógico. Ese carácter mágico que irradia la naturaleza nunca te deja de sorprender, no hay dos días iguales cuando uno disfruta del campo, siempre son diferentes. Esa magia te incrementa el gusanillo y las ganas de lo que te puedes encontrar.
Así nos sucedió a nosotros, cuando en una tarde nublada de septiembre acudimos a Laciana sin otro objetivo que hacer una pequeña ruta por sus maravillosas montañas. A medio camino vemos que sale de una escoba una familia entera de pardillas, la sorpresa fue enorme y la cara que pusimos ni os imagináis, porque no contábamos para nada con ellas. Pero lo más sorprendente si cabe aún fue que se quedaron quietas mirándonos y picoteando algo de vez en cuando por el suelo, sin echar inmediatamente a volar como en otras ocasiones. Todo esto ocurrió en 30 segundos aproximadamente y en ese tiempo tuvimos que sacar la cámara, cambiar de objetivo ya que llevábamos el macro puesto. Entre eso, colocar los parámetros y enfocar, solo nos dio tiempo a realizar un par de fotos, suficiente para sacar una imagen bastante curiosa de una familia al completo.


Perdiz pardilla (Perdix perdix) seis juveniles del año


Después del maravilloso momento vivido, los pequeños junto a la madre salieron volando tranquilamente ladera abajo para continuar con su rutina.
Ahora agradecemos enormemente a la naturaleza ese carácter caprichoso y mágico que hace que los encuentros con la fauna sean más fascinantes y emotivos si cabe aún.
Por nuestra parte esto es todo de momento. Esperamos que hayáis disfrutado de una de las joyas de la avifauna cantábrica.
Un saludo a todos, gracias por vuestras visitas y opiniones.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Señales de la naturaleza

Una práctica bastante habitual por todos los que salimos al campo a pasar un par de días, es mirar el pronóstico del tiempo en la región a la que tenemos pensado acudir. Sin embargo, es frecuente encontrarnos en el lugar elegido con una situación metereológica que coincide bastante poco o nada con la que nos indicaba el señor del tiempo. Este suceso se magnifica sobretodo si decidimos la montaña como destino final.
Este hecho tan frecuente ocurre porque las previsiones que dan del tiempo se basan en modelos numéricos y matemáticos a escala sinóptica, es decir, que nos describen los fenómenos que van a ocurrir a gran escala: altas presiones, baja presiones, etc, pero no tienen en cuenta la orografía del terreno.
Sin embargo los modelos que trabajan a mesoescala (escala menor que la anterior), tienen en cuenta más factores como las ondas de montaña, el dipolo orográfico, o el efecto Foehn, haciendo que sean las predicciones más fiables y acertadas.
Para hacer todo esto un poco más digerible vamos a poner un ejemplo:
Seguro que a muchos de vosotros os ha pasado que cuando vais viajando desde León hacia Asturias, en León está despejado con 30ºC y según atravesáis el túnel del "Negrón"(ya en Asturias) está cubierto, lloviendo y con 20ºC, este cambio climático repentino se denomina efecto Foehn. Todo este proceso ocurre en menos de 10 Km y para un modelo a escala sinóptica este fenómeno pasaría completamente desapercibido, mientras que el 2º tendría en cuenta está situación y su pronóstico se ajustaría más a la realidad.
Pero mucho más acertado y fiable que todos los modelos metereológicos son algunas de las señales que nos deja la naturaleza y que por lo general nunca suelen fallar. En esta entrada, os contaremos algunas de esas pistas que la verdad, son de gran utilidad.
Comenzamos nuestra andadura en un caluroso día de verano por la fracción meridional de la Cordillera Cantábrica. Eran las 12:30 de una mañana especialmente calurosa y como es normal la actividad faunística era escasa. Las lagartijas serranas permanecían en las sombras que les aportaban las piedras, esperando a que disminuyese un poco la actividad del sol.

Lagartija serrana (Iberolacerta monticola) resguardada del calor

La ausencia de los paseriformes se hacia notar en un ambiente silencioso, solo roto por el canto de las chicharras. Algún tímido pinzón aparecía de vez en cuando entre los herbazales y praderas fluviales.

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

Esa mañana, el rocío estuvo ausente y el viento era de componente sur, lo que hacía que la temperatura fuese más alta de lo normal. Estos dos factores juntos vaticinaban un cambio de tiempo seguro. Si a primeras horas de la mañana no hay rocío es un preludio de que el tiempo va a cambiar, ya que el rocío es un indicador de tiempo estable formándose por las bajas temperaturas de una noche sin nubes.
Todas estas variaciones repercuten en el comportamiento animal. Si nos fijamos un poco en su etología, sobretodo en sus hábitos alimenticios, podremos conocer algunos de los fenómenos climáticos que están a punto de ocurrir.
Los avistamientos de ciervos suelen coincidir con las primeras y últimas luces del día, que es cuando se dedican a comer más cantidad alimento, pero también se puede dar el caso de que su actividad aumente durante las horas centrales del día. Los ciervos al igual que otros herbívoros ingieren grandes cantidades de comida unas cuatro o seis horas antes de una tormenta, por lo que son buenos indicadores de fenómenos tormentosos.
En nuestro caso pudimos observar varios ejemplares de cérvidos y algún que otro rebeco entre las 2 y las 3 del mediodía, cuatro horas después rompió a llover.

Ciervo común (Cervus elaphus)

Rebeco cantábrico (Rupicapra rupicapra)

Pequeños habitantes como algunos insectos son especialmente molestos de dos a cuatro horas antes de una tormenta, sobretodo mosquitos, avispas y abejas. Estos y otros "bichillos" constituyen la base de la dieta del abejero europeo que siempre aprovecha estas condiciones climáticas para alimentarse copiosamente. A continuación os mostramos una imagen testimonial de la presencia de esta curiosa rapaz.

Abejero europeo (Pernis apivorus)

La aparición de salamandras se da cuando el ambiente esta muy húmedo (mientras llueve o justo después de llover). Si aparecen justo antes de que llueva o cuando tan solo han caído unas gotas es un indicador de que la lluvia va para rato.

Salamandra común (Salamandra salamandra subsp. bejarear)

Salamandra común (Salamandra salamandra subsp. bejarear)

Salamandra común (Salamandra salamandra subsp. bejarear)

Como bien dice el dicho popular, después de la tempestad viene la calma. Uno de los habitantes de las noches de buen tiempo y sobretodo buena temperatura cuando nos encontramos en montaña, es la araña lobo. Este peculiar arácnido prefiere cavar guaridas en vez de tejer telarañas, por lo que es frecuente encontrarlo en pedreras y laderas orientadas al sur. Su tamaño es grande si lo comparamos con cualquier araña de España, pero no llega al tamaño de las enormes tarántulas de países tropicales. Si uno tiene la ocasión de encontrarse con ella, no pasa para nada desapercibida.

Araña lobo (Lycosa tarantula)

Araña lobo (Lycosa tarantula)

La picadura de esta especie puede entrar dentro del orden de las de avispa o abeja, incluso algo más dolorosa y con un poco más de reacción en el cuerpo. Contrariamente a lo que algunas personas piensan, su picadura no es mortal (a no ser que uno sea alérgico y no se trate correctamente).
Esperamos que os haya gustado esta curiosa relación que rodea el mundo animal con los fenómenos atmosféricos.
Un saludo a todos nuestros visitantes, gracias por vuestros comentarios y visitas.

sábado, 22 de octubre de 2011

La berrea en la Cordillera Cantábrica

Aunque a fecha de hoy son muchas las imágenes de grandes venados que circulan por diferentes blogs y páginas de fotografía de la naturaleza, nosotros hemos optado por grabar pequeños fragmentos de vídeo y así dar a esta entrada un toque de originalidad. Para ello, hemos recopilado algunos de los mejores momentos que hemos vivido durante la berrea de este año en la Cordillera Cantábrica. Pensamos que estas secuencias ayudarán a entender mejor y disfrutar a todas aquellas personas que por cualquier motivo no han podido contemplar este gran acontecimiento de la naturaleza, llamado la berrea del ciervo.
Esperamos que os guste este pequeño montaje, pese a la gran pérdida de calidad que ha sufrido el vídeo al subirlo a youtube.
Un saludo a todos los que os dejaís ver de vez en cuando por este cobijo
Gracias por vuestras opiniones y visitas.

Berrea en la Cordillera Cantábrica (pinchar sobre la imagen para ampliar)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Cazadores nocturnos

Tal día como hoy hace dos años, comenzaban nuestras aventuras en este cobijo. En estos dos años hemos intentado plasmar de forma original, amena y didáctica nuestras imágenes y experiencias que tomamos a lo largo de numerosas jornadas de campo. Para que todo esto haya cuajado ha sido imprescendible vuestra colaboración mediante visitas, comentarios, correos, felicitaciones y demás... Por todo ello, os queremos agradecer enormemente vuestra participación, ya que nos llena de energía para poder seguir publicando entradas a lo largo del tiempo. Sin vuestra cooperación todo esto habría sido mucho más complicado.
Después de todo este rollo... vamos a introducirnos en lo que al tema de hoy se refiere: los cazadores nocturnos.
Durante las largas noches de verano, nos hemos ido encontrando con diversas especies de animales que aprovechan la oscuridad para salir en busca de alimento; aunque, muchos de ellos acaban siendo parte de esa comida. Mientras unos intentan pasar desapercibidos, otros se aprovechan de esa confianza para cazar; y son estos pequeños cazadores nocturnos protagonistas de esta entrada.
Las rapaces nocturnas son las reinas de la noche, con su inmejorable vista nocturna, sigilo prodigioso y unas fuertes garras matadoras. Es en la época estival, cuando mochuelos y autillos invaden las grandes extensiones de cultivos de regadío para aprovechar las grandes concentraciones de insectos que se dan por la zona


Mochuelo común (Athene noctua) en su lugar+ de caza


En estos lugares, abundan posaderos de diferentes tipos que utilizan a su antojo para encontrar presas y para estar alerta ante cualquier peligro. Los aspersores son unos de ellos.


Mochuelo común (Athene noctua) sobre un aspersor


Otro de los posaderos más solicitado son los postes de piedra. Aquí se sienten más seguros, ya que solo tienen que vigilar en un campo de visión de 180º. Estos suelen ser frecuentados por ejemplares juveniles.


Pareja de mochuelos comunes (Athene noctua)


Son tantos los mochuelos que rondan este lugar, que hemos hecho un recopilatorio de algunas de las caras que ponen. La más característica, los ojos bien abiertos de sorpresa instantánea. Lógicamente, hemos intentado minimizar la exposición de flashes y luces a sus ojos tan sensibles; por lo que no hemos repetido foto con ningún ejemplar.


Mochuelo común (Athene noctua)

Aunque la mayor parte de la dieta del mochuelo la constituyen los micromamíferos, es durante las noches de verano cuando acuden a los márgenes de los cultivos de regadío en busca de la gran abundancia de insectos.
Normalmente y durante la mayor parte del año, en las egagrópilas de esta pequeña rapaz podemos observar pequeños huesecillos de ratones y topillos. Pero en los meses más calurosos, esas bolas formadas por restos de alimento no digerido adquieren una composición bastante diferente, en donde predominarán restos negros y oscuros de las cutículas de algunos artrópodos.
Los caminos y lugares aledaños a estos que atraviesan las grandes extensiones de cultivo son normalmente el escenario de caza de estos pequeños cazadores. Durante una ocasión pudimos observar en un transecto de unos 300 metros como cazaban 8 mochuelos diferentes


Mochuelo común (Athene noctua) en un camino que atraviesa un cultivo de regadío


Los cazadores nocturnos no solo lo constituyen las rapaces nocturnas. Durante el ocaso y las primeras horas de las calurosas noches de verano, algunos reptiles aprovechan también para cazar. Las salamnquesas son especialmente nocturnas y comparten dieta con los mochuelos más jóvenes. Pequeños insectos como mosquitos, son su principal alimento.


Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)



Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)



Como suelen frecuentar las zonas rurales, aprovechando los lugares iluminadas, puede darse la casualidad de que aparezcan también por los alrededores de los cultivos y sus casetas. Pero, se las puede encontrar también en sotobosques cerca de concentraciones de insectos como pueden ser las riberas de rios, lagunas o canales.


Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)



Salamanquesa común (Tarentola mauritanica)



Detalle de la salamanquesa común (Tarentola mauritanica)


También durante la noche, la culebra de escalera busca a sus presas en cualquier rincón. Es más frecuente encontrarse con ejemplares juveniles o subadultos como el que se muestra en las siguientes imágenes debido a las grandes dispersiones que realizan.


Culebra de escalera (Rhinechis scalaris) subadulta


Culebra de escalera (Rhinechis scalaris) subadulta


Este ejemplar a medida que vaya creciendo le irán desapareciendo poco a poco "los peldaños" de la escalera que dibuja su dorso (los adultos los borran totalmente y marcan exageradamente las dos lineas). Suele ser frecuente que trepe o escale por muros de piedra o árboles en busca de nidos de pájaros. 


Culebra de escalera (Rhinechis scalaris) subadulta


Detalle de la culebra de escalera (Rhinechis scalaris) subadulta


Culebra de escalera (Rhinechis scalaris) subadulta trepando


Antiguamente, todos estos nocturnos estaban asociados a la muerte, el mal aguero y verlos o cruzarse con ellos era algo que trataban de evitar. El canto de búhos y lechuzas daba mal presagio; las serpientes se temían por pensar que atacarían a las personas sin reparo. Algunas de las historias parecen sacadas de películas de terror. En pueblos castellanos, se cuentan leyendas de aldeas despobladas en las que las salamanquesas habían envenenado el agua cayendo en sus pozos. Cuentan también, que si una te cae en la cabeza, perderás el pelo, quedándote calvo. Por ello, por superstición, la primera reacción que tiene la gente es matarlas.
Ni que decir tiene, que todas las historias, mitos y leyendas que rodean a las especies de nuestra fauna son absolutamente inciertas, sin criterio ninguno, ni argumentos científicos que lo demuestren.


Autillo (Otus scops)


Viendo esta última foto, todas las demás y cualquier otra imagen de estos pequeños matadores, esperamos sensibilizar a más de uno. Estos cazadores nocturnos simplemente embellecen las noches con su presencia, haciéndola más especial. Y son estrictamente esenciales y fundamentales en la regulación de la cadena trófica.
Un saludo y gracias por visitar estas entradas que tanto nos gustan mostrar.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La especialización de la culebrera

Siempre que tratamos de plasmar mediante imágenes a cualquier rapaz, ya sea diurna o nocturna, nos encontramos con una serie de obstáculos que nos dificultan la fotografía del ave en cuestión. Normalmente, estos problemas suelen ser la falta de luz y sobretodo las grandes distancias a las que se suele encontrar el animal. Si a ello le añadimos, que no utilizamos ningún tipo de cebo, "hide" o reclamo, las posibilidades de éxito en este ámbito de la fotografía se reducen considerablemente.
Pero ante tanta aparente dificultad, que solo valoramos los que disfrutamos de este "mundillo", lo primero que se nos ocurre es intentar fotografiar decentemente al águila culebrera. El lugar elegido, la comarca leonesa de Omaña, donde teníamos localizados un par de individuos que solían transitar las masas de roble que abundan por la zona.
Son muchos y muy interesantes los aspectos que podemos resaltar del águila culebrera. Al igual que el resto de rapaces, la vista está muy desarrollada, pero en el caso de esta especie esa especialización es aún mayor, ya que tiene que divisar a sus pequeñas presas (serpientes) generalmente entre maleza y desde grandes alturas.

Águila culebrera (Circaetus gallicus)


Para hacerse una idea general de la gran agudeza visual y a groso modo, se podría comparar lo que ve una culebrera con lo que percibimos nosotros si miramos a través de unos prismáticos. Es decir que su vista alcanza entre 8 y 10 aumentos respecto a nosotros. Este ejemplo solo es posible extrapolarlo al campo de la distancia, ya que la nitidez que percibimos con unos prismáticos siempre será menor que la del ave en cuestión.

Águila culebrera (Circaetus gallicus)


Otra de las especializaciones de la protagonista de esta entrada es su característico pico. La forma de este, está directamente relacionado con la fuente de alimento, por lo que las aves de presa tienen por norma general un pico ganchudo y fuerte para poder matar y desgajar su botín. Sin embargo, el ápice córneo que posee esta especie es más curvo y fino que el resto de las aves de rapiña, permitiéndole capturar y despedazar a las escurridizas serpientes con una mayor facilidad.

Pico característico en forma de garfio del águila culebrera (Circaetus gallicus)


Este año debido al verano tan raro que hemos vivido en el norte peninsular, con un julio muy fresco y un septiembre muy cálido, ha propiciado la demora en el retorno de las culebreras a sus cuarteles de invernada. Hace dos semanas que no se dejan ver por la zona, por lo que actualmente deberían estar realizando ese largo viaje que les lleve a tierras africanas, retornado posteriormente a la península entre marzo y abril.

Águila culebrera (Circaetus gallicus) en vuelo


Águila culebrera (Circaetus gallicus) en vuelo


Esta especie, siempre ha despertado en nosotros una enorme curiosidad, quizás sea tan especial por sus numerosas especializaciones que hacen del águila culebrera única entre las aves de rapiña.
Con esto nos despedimos esperando que hayáis disfrutado por lo menos la mitad de lo que lo hemos hecho nosotros.
Un saludo y gracias por visitarnos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Crónica de un autillo

Fácilmente confundible con el mochuelo en la lejanía e incluso con murciélagos en vuelo, este minúsculo alado puede estar observándote dónde y cuándo menos te lo esperes. Los autillos, al igual que el resto de las aves rapaces nocturnas, no provocan ningún ruido sospechoso en vuelo gracias a sus plumas aterciopeladas y siempre desde las tinieblas te habrán descubierto antes de que ni siquiera tu te inmutes de su presencia. Dado que estos son los búhos más pequeños y poseen el mejor camuflaje, lograr observarlos, pensamos que conlleva un gran importancia, dificultad y misterio.


Autillo (Otus scops) sobre un roquedo de su zona de caza


Después de tantos años escuchando su monótono canto, al caer la noche fascinados por la magia que transmite, decidimos ponernos en serio con la búsqueda de algún ejemplar. Por lo que las largas noches de este verano han sido para nosotros especialmente largas, aunque hayan parecido tan cortas. Todas las noches que hemos podido, las hemos dedicado a observar, fotografiar y entender a estos pequeñajos. Tras mucho andar, un día logramos dar con una silueta pequeña y orejuda en la rama de un pino durante el ocaso, que al momento salió volando. Así, conseguimos animar el tema y empezar con las hipótesis de lugares de nidificación, de caza...
-Primero limitamos la zona en la que podría tener el nido a unos cuantos árboles (un pino, varios frutales y algún chopo. Todos ellos grandes y con agujeros de pícidos, o simplemente oquedades naturales). De este lugar procedía el canto del autillo tan característico, una especie de pitido pausado, a menudo doble. Se podía escuchar al final del ocaso, a la primera hora de noche y durante la última hora de la noche justo antes del amanecer. Es decir, emite su sonido antes de salir y al llegar.
-Después, entendiendo de donde salía cada noche, buscamos hasta dar con él en un posadero habitual al que acudía las noches de agradable temperatura, sin viento y tranquilas siempre a la 1:20 de la madrugada. Este, un árbol muerto en medio de descampados y arroyos con sotobosque. Una vez que tienes un lugar donde localizarlo, poder seguirlo y descubrirlo nuevamente cuando está cazando es fácil porque emite un curioso sonido (Una especie de chirrido que se podría escribir como "chowín" bastante similar al sonido que provoca una suela de goma mojada al andar) acompañado de un levantamiento y encogimiento del cuerpo como su primo el mochuelo.
-Por último, pudimos ver cómo tenía dos zonas de caza: una a campo abierto donde disfruta de micromamíferos; y otra, quizás la más curiosa, una urbanización donde aprovechaba las concentraciones de bichos en las farolas.


Autillo (Otus scops) en medio rural


En este último lugar pudimos hasta observar tres en el tejado de una casa. Aunque para cuando tiramos la foto ya sólo quedaba uno.


Autillo (Otus scops) sobre un tejado


Por estas fechas no hemos conseguido localizarlo, y es que, poco falta para que realice su viaje hacia África a pasar el invierno. La verdad, poder disfrutar hasta varias horas del encanto de la noche y de la actividad de "sus pequeños guardianes" es un lujo que se goza más con 20ºC veraniegos que con los bajo cero invernales.
Esperemos que os haya gustado esta entrada. Un saludo a todos nuestros visitantes y gracias por dejaros caer por el cobijo de vez en cuando.